A D
Supongamos -¡es tan fácil suponer!-
A
que el mar, como bien podría ser,
E
fuese una mujer.
D
Quién sabe, acaso
E F#m
el horizonte no sería
Bm
un inmenso paredón,
A
sino donde las sirenas
Bm
cantan su canción
E A
de amor y anarquía.
Supongamos -¡es tan fácil suponer!-
que el Sol, como bien podría ser,
fuses una mujer.
Quién sabe, acaso
este planeta no sería
el reloj de la razón,
sino luz que se derrama
en una canción
de amor y anarquía.
Supongamos -¡es tan fácil suponer!-
que Dios, como bien podría ser,
fuses una mujer.
Quién sabe, acaso
el Universo no sería
un disparo en expansión,
sino el soplo de la vida
en una canción
de amor y anarquía.